Han pasado tantas cosas que no sé por dónde empezar. Frase mítica dónde las haya, y por desgracia, muy cierta.
Supongo que, a veces, la vida te coloca en lugares que nunca habías imaginado, y cuando eso pasa, arrastra todo lo que hay alrededor. Supongo que de eso se trata la vida. Y también supongo que esto solo acaba de empezar.
Y para repetir los supongo, supongo también que no podemos hacer nada. Que hay cosas que no están a nuestro alcalce, y de nada sirven los "¿y por qué a mi?", ni las lamentaciones tan inevitables como inservibles.
También supongo -parece que tengo que buscar un diccionario de sinónimos-, que en estos casos, hay un nexo común, -tiempo y paciencia-, tiempo para saber cómo evolucionan las cosas, paciencia para encontrar la calma tan necesaria como imposible de alcanzar, y una última cosa, esperanza. Porque sin ella, estamos realmente acabados.
En este nexo de unión, hay algo todavía más importante, el poder de los que hay detrás, el soporte de tu vida cotidiana. Porque precisamente, tu vida cotidiana, es lo que desaparece cuando el huracán arrasa con todo, y precisamente eso, es lo que querás recuperar.
Encontrar ese anclaje en la tempesta, será tu ancla para no caer al vacío, aún más. Si tienes la suerte te tener, al menos, uno de esos anclajes cotidianos, no dudes, amárrate bien, y déjate cuidar. Créeme, es más importante de lo que puedas creer. Es uno de los elementos más necesarios para aguantar.
Porque sí, a veces, solo podemos aguantar. Un poco más.
Ahora, estoy saliendo de la gran embestida, pero aún no llego a ver la orilla. Supongo (una vez más) y deseo, que más pronto que tarde, vuelva a tocar tierra, y que la cotidianidad regrese, y que los supongo se conviertan en certezas.