Me acostumbré a que todo fuera mal,
a las caídas y golpes,
a las recaídas.
Me acostumbré a la oscuridad,
a buscar el resquicio de luz
entre mis tinieblas.
Me acostumbré a mi mala suerte,
al "quizá algún día cambiará",
a los días grises,
y al vuelta a empezar.
Me acostumbré tanto,
que ahora que todo ha cambiado,
no consigo reaccionar,
y ando jugando entre realidades y ficciones,
abriendo fuerte los ojos
para comprobar que eres real,
que esta vez,
esta si que es Mi Realidad.