Tu piel sabe a sal
y en tus piernas siempre llevas
restos de algas y arena.
Cuando te adentras en el mar,
te camuflas con las olas,
como camaleón que quiere
protegerse de quién le observa.
La brisa marina
te alivia del sol abrasador
que cae sobre tus hombros,
cierras los ojos y
vuelas sobre las olas.
El sonido del mar,
las olas que rompen sobre las rocas,
las chicharras cantando,
y una cala semidesierta.
Te tumbas sobre la arena,
y dejas que todo fluya,
y así eres feliz.
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