Me llevo un paquete vacío y arrugado de cigarrillos "Republicana" y una revista vieja que dejaste aquí. Me llevo los dos boletos últimos del ferrocarril. Me llevo una servilleta de papel con una cara mía que habías dibujado, de mi boca sale un globito con palabras, palabras que dicen cosas cómicas. También llevo una hoja de acacia recogida de la calle, la otra noche, cuando caminábamos separados por la gente. Y otra hoja, petrificada, blanca, que tiene un agujerito como una ventana, y la ventana estaba velada por el agua y yo soplé y te vi y ése fue el día en el que empezó la suerte.
Me llevo el gusto del vino en la boca. (Por todas las cosas buenas, decíamos, todas la cosas, cada vez mejores, que nos van a pasar)
No me llevo ni una sola gota de veneno. Me llevo los besos cuando te ibas (no estaba nunca dormida, nunca). Y un asombro por todo esto que ninguna carta, ninguna explicación, pueden decir a nadie lo que ha sido.
Vagamundo y otros relatos.
Buscándote en la raíz, me encuentro con una sorpresa. Con esta sorpresa. Leí hace tiempo este relato, y recuerdo que se me pusieron los pelos de gallina. Por la proximidad. Por el frío. Y lo he vuelto a leer, en esto que tú eras, en esto que tú sentías, y me ha vuelto a pasar lo mismo. Cuantas veces hemos dicho chau! O nos lo han dicho! Cuantas más...
ResponderEliminarY hablando de raices y de Galeano, me recuerda a:
Alma al aire
Según dicen algunas antiguas tradiciones, el árbol de la vida crece al revés. El tronco y las ramas hacia abajo, las raíces hacia arriba. La copa se hunde en la tierra, las raíces miran el cielo. No ofrece sus frutos, sino su origen. No esconde bajo tierra lo más entrañable, lo más vulnerable, sino que lo arriesga a la intemperie: entrega sus raíces, en carne viva, a los vientos del mundo.
-Son cosas de la vida- dice el árbol de la vida.
Galeano (quien si no