martes, octubre 27, 2009

El último día

Recuerdo aquella tarde como si acabara de suceder, la he vivido tantas veces en mi memoria que bastaría con dar al play para que volviera a comenzar.

Aquella tarde estaba nerviosa, su propuesta, no tan inesperada, llegó y tras unos segundos de duda, acepté. Así que esa misma noche, a las 9:00, alli estaba yo. Él me esperaba en la barra del bar. Nuetro bar, donde nos besamos la primera vez, nuestro lugar de encuentro, donde la casualidad quiso que nos encontraramos. Él, con una cerveza y el periódico, esperaba mi llegada.

Yo, en el bus, pensando en qué estaba haciendo, si no me estaba equivocando...pero aquella noche ya nada importaba, quería dejarme llevar, vivir el momento y ser feliz.

LLegué, como siempre impuntual. Al entrar en el bar, mis nervios eran más grandes y la certeza de que ninguno de los dos sabía cómo actuar hacía nuestra torpeza más evidente. Una mala excusa nos llevo, más pronto de lo que esperaba, a su hotel. Allí, bastaton unos segundos para deshacernos a besos, caricias y mordiscos. Pero la noche sólo acababa de empezar.

Esa noche hubo lágrimas, que nadie esperaba, confesiones, miedos y dudas expresadas...Era la primera vez que la luz del día nos acompañaba. Madrugada, obligaciones. Él, de vuelta al trabajo, en otra ciudad. Yo, en mi casa, el paro...se hacía más grande. Una rápida despedida, en dos semanas volvemos a vernos, hablamos.

Al día siguiente quise que la normalidad fuese más de lo que era, quise ser la que no era, y no darle más importancia de la que tenía: una simple noche.

Bastó un finde semana para cambiar las cosas, para volver al miedo, a la confusión, el agobio reinaba ahora su casa...Y aquella charla, tan cobarde sin vernos la cara, sucedió...Yo, intentaba dar un apoyo que yo no tenía y que yo, necesitaba más que nunca.

El miedo se apoderó de mis días, pero sus llamadas casi diarias, antes de dormir, me calmaban, me hacían creer que todo estaba por llegar...Un regalo inesperado de cumpleaños en la misma puerta de mi casa me devolvía la ilusión que ya no tenía. Un motivo: por si no, nos vemos en un tiempo.

La duda de vuelta, el miedo. Pero los meses pasaban, y cada vez te sentía más cerca. No le tenía, no le veía. Sólo tenía su voz, sus palabras....hasta que un día todo desapereció, sin avisar...

La promesa de un reencuentro. Recuerdo cómo preparé y enseñé mi declaración...el regalo que tanto me costó encontrar...Y como todo eso se quedó en mi, como no pudo salir, porque la promesa se quedó en eso, en promesa...porque el reencuentro no sólo no se dió, si no que las palabras se esfumaron, las llamadas se extinguieron..No fue algo lento...fue rápido. sin aviso y a traición.

Yo, del otro lado, loca por entender, por comprender, por saber...y al final..acepté...ya no había nada, porque no lo hubo. Me consolaba pensar, que esa amistad, iba a estar allí por siempre, que aunque no pudiera ser, tú, no me iba a fallar...Pero me demostraste que mi intuición, a veces, falla y que tú, no eras esa persona.

Ahora, un año después, comprendo que no lo fuiste. O que quizá si, pero que tu cobardía, por volver a caer fue tan grande, que preferiste lo fácil, alguien al que querer lo justo, alguien que no trajera complicaciones...No te culpo, después de lo que te hicieron, no era fácil volver a amar con el alma, pero, lo siento,...No sabes lo que te perdiste y lo que te pierdes.

Y aunque, un año después, yo siga pensando en ti, aunque no logré sacarte de mis adentros...Voy por el camino, por ese camino donde el olvido cobra sentido, y espero que cuando llegué a él, no vuelvas, porque ya no creo en los reencuentros, o mejor, no creo en TU reencuentro.



Tras dudas en la publicación de la entrada, me he decidido. Si lo lees, no creo que te sorprenda. Y no es para ti. Escribo porque si.